Darle una
tarjeta a un adolescente: ¿lección de responsabilidad o locura?
En nuestro país el 54,2 % de los
adolescentes de 15 años tienen una tarjeta de débito o una prepago para
su uso personal, de acuerdo con el
último informe PISA de la OCDE sobre las finanzas y los adolescentes. Uno de
estos plásticos puede darles a nuestros hijos un poco de independencia
económica a la vez que les ayuda a comenzar a gestionar sus finanzas, pero
saber qué tipo de cuenta o qué tarjeta les conviene dependerá del grado de control
o libertad que queramos darles.
La decisión de abrir a un hijo una cuenta
corriente o una tarjeta bancaria dependerá de los padres, ya que los menores de 18 años no pueden contratar
ningún producto bancario sin la presencia de sus tutores legales, según explica
el comparador financiero HelpMyCash.com, por eso es imprescindible conocer
qué límites y libertades tiene cada opción para elegir de manera adecuada.
Las
alternativas para darle una tarjeta a nuestro hijo
Lo primero que debemos pensar es qué tipo
de acceso al dinero queremos darle o la autonomía con la que podrán operar.
Esta decisión está íntimamente ligada al tipo de producto que deberemos
contratar. El comparador financiero
HelpMyCash.com nos explica las diferentes alternativas a las que podemos optar
así como sus pros y contras.
La opción más habitual es abrirles una cuenta para jóvenes, diseñada específicamente para menores de edad, a la cual nosotros
tendremos acceso para controlar sus gastos. Con esta opción nuestro hijo tendrá una tarjeta de débito asociada a la
cuenta con la que podrá realizar compras o sacar dinero en los cajeros de
la entidad.
El estudio de PISA desvela que el dinero
del que disponen lo reciben, principalmente, por regalos de familiares (79 %),
la paga o hacer tareas en casa (37,7 %) o con algún trabajo en horas no
lectivas o ayudando en el negocio familiar (55,2 %). Contar con una cuenta corriente propia ayudará a crear un hábito de ahorro y les
ayudará a gestionar sus finanzas de manera responsable. Con este tipo de cuentas
nosotros seremos los tutores autorizados hasta que cumpla la mayoría de edad.
La otra opción sería contratar una tarjeta prepago, es decir, una
tarjeta que no está vinculada a ninguna cuenta corriente, sino que actúa como un monedero y que solo permitirá disponer del
saldo que nosotros recarguemos previamente. Las características principales son
que no podrán depositar sus ahorros ahí, sino que deberán estar en una cuenta
aparte y que no permitirá gastar más del dinero que hay en la tarjeta, sin posibilidad
de realizar un descubierto. Además, esta
tarjeta podrá estar asociada a nuestra cuenta sin que tenga acceso a todo el
dinero ahí depositado y podremos realizar transferencias de saldo al
instante.
Por último, otra alternativa es solicitar una tarjeta de débito adicional ligada
a nuestra propia cuenta corriente. Aunque esta opción no es demasiado
utilizada, ya que tendrá acceso a todo
el dinero depositado en dicha cuenta sin posibilidad de establecer un
límite y no siempre los bancos permiten solicitar una tarjeta adicional si el
titular es menor de edad.
Independientemente de la alternativa que
escojamos es importante contar con una
buena educación financiera, para conocer las comisiones, características,
ventajas e inconvenientes de cada producto bancario que contratemos y poder
utilizarlos de manera responsable.
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